Leontxo en su visita a Costa Rica en Noviembre de 2011 |
(...) Pero aquí se acaban las alegrías –de momento; luego volveré a ellas, cuando relate lo ocurrido en Jamaica y El Salvador- porque, con verdadero dolor como ajedrecista y simpatizante de México (un país donde siempre me han tratado con enorme cariño durante mis quince visitas de los últimos ocho años) debo hablar de las miserias del ajedrez mexicano, encarnadas principalmente en un personaje, Raúl Hernández, presidente de la Federación Mexicana de Ajedrez, manejado por otro: Jorge Vega, presidente de FIDE América.
Lo que Kaspárov hizo en México durante esos tres días fue, muy probablemente, la mayor promoción del ajedrez en toda la historia del país. Un día antes del acto en el Museo Soumaya, mientras preparaba el guión de mi presentación, el presidente Hernández reconfirmó a Carranza su presencia, por escrito y por teléfono, no sólo en el acto del museo, sino también en la rueda de prensa de Kaspárov a las nueve de la mañana, porque pensaba aterrizar en la capital muy temprano. Al día siguiente, Hernández no sólo no apareció en ninguna parte, sino que tampoco explicó su ausencia ni pidió disculpas ni envió a nadie en representación; varios periodistas independientes llevamos dos semanas esperando que responda a nuestros correos y llamadas; que yo sepa, no ha contestado a ninguno. Todo ello, además de una enorme falta de respeto a Kaspárov, Carranza y mucha más gente –y al ajedrez en general- implica un considerable desaire a Jesús Mena, director general de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE, equivale al Ministerio de Deportes de otros países), una institución que financia a la Federación Mexicana de Ajedrez.
¿Cómo puede explicarse una conducta tan extraña (por emplear el término más suave que se me ocurre)? Para mí, salvo que el presidente Hernández haya sufrido algún patatús repentino que lo haya dejado sin habla ni juicio (confiemos en que no) sólo hay tres posibilidades lógicas: 1) Vega amenazó a Hernández con algo muy grave; no quiero ni pensar qué puede ser; 2) Vega le prometió un premio muy sustancial, más que el viaje con gastos pagados al Mundial Anand-Carlsen del año pasado en Chennai, donde Hernández (que no es miembro de la Junta Directiva de la FIDE, ni de su Comité Ejecutivo ni de ninguna de sus 23 comisiones) ni siquiera se dignó pasar por la sala de prensa para saludar a los conocidos; 3) Una mezcla de las dos anteriores.
¿Y por qué me muestro tan seguro y contundente en esa especulación? Porque me consta que Vega maneja FIDE América con mano de hierro y métodos más que dudosos desde el punto de vista ético (de nuevo, me muerdo la lengua y procuro escribir lo más suave que puedo). Es muy trabajador, y responde correos en plena noche si los considera urgentes. Como me han dicho varios presidentes de federaciones latinoamericanas en conversaciones privadas (por eso no cito sus nombres): “Contra Vega se dicen muchas cosas, y yo no niego que puedan ser ciertas; pero si sé que cuando tengo un problema le llamo, y lo resuelve con rapidez”. Pero si no estás con él, estás contra él. Por eso, Vega acostumbra a boicotear –o, al menos, a intentarlo- muchas iniciativas que no pasan por sus manos, por muy beneficiosas que puedan ser para el ajedrez. Lo que a él le importa por encima de todo es conservar su enorme poder en la FIDE –no es exagerado decir que Kirsán Ilyumzhinov ha sido presidente durante 19 años gracias a Vega-, y para ello necesita arrasar cada cuatro años con los votos latinoamericanos y del Caribe, como sea, por las buenas o por las malas.
La visita de Kaspárov a México es un buen ejemplo. El excampeón del mundo ve que toda su labor con la fundación sería mucho más eficaz y rápida si fuera presidente de la FIDE, porque ello le daría acceso relativamente fácil a 178 ministros de educación. Es su motivo principal para enfrentarse a Ilyumzhinov en las elecciones del próximo 11 de agosto en Tromso (Noruega). Dado que la Fundación Kaspárov se lanzaba en México para toda Latinoamérica, Carranza invitó a todos los presidentes de esas federaciones, con viajes y estancia pagados, a Ciudad de México. Pero acudieron muy pocos, porque Vega no podía permitir que Kaspárov aprovechase para reunirse con ellos y pedirles el voto. Al parecer, le importa un pimiento que estemos ante una gran oportunidad de promover el ajedrez en masa en todo el continente.
Casi todas las federaciones tienen miedo, o más bien pánico, a quedarse aisladas (sin torneos, ayudas para viajes, asignaciones para entrenadores o árbitros, etc.) si votan en contra de Vega y luego gana. Y no me refiero sólo a aquellas federaciones (por desgracia, más de una, y de dos) donde se sospecha que la corrupción es tan grande como su ineficacia, sino a otras de gestión excelente. El caso más claro es Uruguay, país que visité el año pasado: la federación hace un trabajo magnífico, en estrecho contacto con el Ministerio de Educación, cuyo ministro y viceministro están plenamente convencidos de la gran utilidad pedagógica del ajedrez; el presidente de la federación, Bernardo Roselli, es un buen gestor y una persona muy honrada; el vicepresidente, Esteban Jaureguizar, es uno de los mayores expertos del mundo en ajedrez pedagógico en general, y concretamente en la enseñanza preescolar.
Sin embargo, esa federación es fiel a Vega, debido a ese miedo cerval, y todo indica que lo seguirá siendo el 11 de agosto. Para mí, es tan sorprendente como que un colectivo muy progresista de EEUU (supongamos, los ecologistas o los pacifistas) votase por la extrema derecha del Tea Party.
Todo ello permite entender por qué Vega, un tipo duro que cumplirá 79 años una semana después de las elecciones de la FIDE, antiguo guerrillero junto a Fidel Castro en Sierra Maestra, mal orador en público pero muy bueno en las distancias cortas, ampara e incluso provoca situaciones desastrosas, surrealistas o caóticas en algunas federaciones, con tal de que el voto sea para él, por muy perjudicado que salga el ajedrez.
Nota completa en Chess Base en español
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